jueves, 14 de mayo de 2009

VENUS Y ADONIS 1


Venus y AdonisCuando apenas, al sol, con semblante escarlata le da el último adiós la bella aurora en lágrimas, Adonis se dispone al placer de la caza, a la que tanto ama, que del amor se mofa; mientras Venus, enferma de deseo, le acosa 5 y cual audaz amante, trata de enamorarle. «Tú, tres veces más bello, que yo soy» le declara. «Cuya flor y dulzura, ciegamente ama el prado, que a las ninfas empañas, y que eres como el hombre, más blanco que las rosas y las propias palomas. 10 Te hizo un día Natura, con ella en competencia para decirle al Mundo que con tu muerte acaba. Baja de tu caballo, portento de hermosura, sujeta su cabeza al fuste de la silla y si este favor me haces, por ello, te prometo, 15 descubrirte mil veces los secretos más dulces; siéntate junto a mí, donde no haya serpientes silbando alrededor, mientras te beso amante, sin que tu labio sienta, que se apaga este fuego, que sentirás más ganas entre tanta abundancia, 20 pasando del rubor a la albura al instante, que diez besos serán cual uno y como veinte: Que un día de verano será como una hora derrochada entre gozos donde el tiempo se pierde.» Después de esto le toma, su sudorosa mano, 25 tan llena de vigor y de vitalidad, y temblando de ardores, le nombra como bálsamo terrenal soberano, que hasta las diosas cura y ya en pleno delirio su anhelo le da fuerzas, para bajarlo ciega y audaz de su caballo. 30 Sobre su brazo cuelgan las riendas del corcel, mientras el otro abraza al dulce y tierno joven, que con rubor y enfado y con frío desdén, indiferente al juego no expresa algún deseo; ella ardiente y roja cual relumbrante brasa, 35 él rojo de vergüenza, pero incapaz de amarla. La ornamentada brida a una rama nudosa ella ata prontamente ¡Cuál ligero es Amor! El caballo está atado y en ese mismo instante trata de sujetar al rebelde jinete; 40 lo hace retroceder hacia donde ella quiere y con fuerza le obliga pero no con lujuria. Una vez él en tierra se tumba ella a su lado, cada uno apoyado, en codos y caderas, si le acaricia el rostro, él se enoja y se enrabia 45 reprendiendo su gesto; ella le cierra el labio y besándolo le habla con lascivo lenguaje: «Si me regañas, nunca, podrás abrir los labios.» Él arde de vergüenza y ella trata con lágrimas mitigar el pudor de sus rojas mejillas; 50 mientras con sus suspiros y dorados cabellos pretender abanicar su rostro hasta secarle; él la llama soberbia y la acusa su falta, aunque después a todo ella con besos mata. Cual un águila hambrienta punzada por ayuno, 55 desgarra con su pico, plumas, carnes y huesos, y batiendo sus alas, devora ávidamente, hasta sentirse harta y acabar con su presa; ella besa su frente, su mejilla y mentón, y allí donde termina vuelve de nuevo al juego. 60 El se siente forzado, mas nunca la obedece, yaciendo sobre ella y exhalando su aliento, del cual ella se nutre tal como en una presa: Oh celeste humedad y aire de gracia; convirtiendo su rostro en floridos jardines 65 que el aliento de él, riega con finas lluvias. Mirad, tal como un pájaro, atrapado en la red, así yace en sus brazos, Adonis maniatado; vencida su vergüenza, se despierta su cólera, la cual da más belleza al enfado en sus ojos: 70 pues la lluvia agregada a un río caudaloso por fuerza causará un gran desbordamiento. Ella sigue implorando, graciosamente implora modulando el decir para un gentil oído; él abatido aún airado la amenaza, 75 con la roja vergüenza y cenicienta cólera; ella así aún más le ama y al ver su palidez aumenta su pasión con un gozo más vivo. Que él se muestre a su gusto, ella sólo ha de optar por el amor, y jura, con su mano inmortal 80 no apartarse jamás del seno de su amante, hasta que él no pare de llorar largamente, cuyas lágrimas riegan sus divinas mejillas, y un dulce beso paga esta deuda sin cuenta. Ante esta promesa él levanta su cara, 85 tal como un somormujo que emerge de una ola, que al verse descubierto, de nuevo se sumerge; así ofrece entregar él lo que ella le pide, mas cuando ella está lista y le ofrece sus labios él parpadea y vuelve sus labios a otra parte. 90 Nunca viajero alguno, en el verano ardiente, ansió beber como ella la dulce concesión. Ella ve su remedio, mas no puede lograrlo y aunque en agua se baña su fuego sigue ardiendo: «¡Oh, piedad!» ella grita «¡Pedernal corazón! 95 Sólo un beso te imploro; ¿por qué eres tan esquivo? He sido cortejada, cual te cortejo ahora, por el fiero y terrible dios de la misma guerra, cuya cerviz jamás fue en batalla inclinada, y el que conquista y triunfa en todos los combates, 100 ha sido mi cautivo y a la vez fue mi esclavo, y a mendigado aquello que te doy sin pedirlo. El sobre mis altares ha colgado su lanza, su golpeado escudo y su triunfal cimera, y aprendió por mi gozo juegos dulces y danzas, 105 a ser loco y simpático, divertido y afable desdeñando el tambor y la bandera roja; fue su campo mis brazos y su tienda mi cama. Si todo él dominaba, yo a él le dominé, cautivo en un rosario de rosas encarnadas: 110 obediente su acero a una fuerza más fuerte mas servil, sin embargo, ante mi frialdad. ¡No seas orgulloso ni del poder te jactes, dominando a quien rinde al dios de los combates! Toca al menos mis labios con los tuyos tan bellos 115 -que aun que no tan hermosos, son iguales de rojos- y así el beso será tan tuyo como mío; ¿qué miras sobre el césped? Levanta tu cabeza, y verás tu belleza en mis propias pupilas; ¿y si juntos los ojos, juntemos, también labios? 120 ¿Te da vergüenza el beso? Cierra, pues bien los ojos, tal como yo los cierro y hagamos noche el día, que donde dos se encuentran se descubre el amor; se osado, que este juego nuestro, no está a la vista: y estas azules venas en que nos apoyamos 125 no podrán delatarnos ni saber nuestro anhelo. La tierna primavera sobre tu ansiado labio revela inmadurez; que merece probarse: usa bien este tiempo, la ocasión es propicia; la belleza no debe ser en sí malgastada: 130 que si la flor hermosa no es cogida en su punto se consume y marchita apenas pasa el tiempo. Si es que yo fuera fea, detestable o arrugada, rústica de modales, contrahecha y de voz ronca, usada y despreciada, reumática y fría, 135 de mirada borrosa, flaca estéril sin jugo, podías vacilar que no te merecía mas, no teniendo taras, ¿por qué tú me aborreces? No eres capaz de ver ni una arruga en mi frente; son mis ojos azules, brillantes y vivaces; 140 y cual la primavera renuevo mi belleza, apretada de carnes y de médula ardiente; húmeda mano y lisa que al tacto de tu mano, capaz de disolverse o fundirse en tu palma. Ordena que razone y encantaré tu oído, 145 tal como hace un hada flotaré sobre el césped, o cual lleva una ninfa desmelenado el pelo, bailando en las arenas sin dejar huella alguna que el amor es espíritu todo compuesto en fuego, que no se hunde, ligero, capaz de evaporarse. 150 Es testigo este prado en que feliz reposo, las flores y los árboles que mi cuerpo soportan; dos débiles palomas me arrastran por el cielo, desde la fiel mañana hasta la dulce noche y en todo tiempo allí donde jugar anhelo, 155 siendo el amor ligero ¿cómo en ti es tan pesado? ¿Está tu corazón prendado de tu rostro? ¿Puede tu mano diestra, hallar en la otra amor? Se tú quien te corteje y tú quien te rechace, quítate tu albedrío, y lamenta tu robo. 160 De esta forma Narciso, se prendió de sí mismo y murió por besar en la fuente su imagen. Para dar la antorcha luz. La joya por lucirla, para el sabor el manjar, juventud para el gozo, las hierbas por perfume, para granar las plantas, 165 lo que crece por sí, abusa de su aumento: del grano nace el grano, y de lo lindo el lindo; tú que tal has nacido, tu deuda es concebir. ¿Por qué tú te alimentas de la fecunda tierra si la tierra no puede de ti fecundizarse? 170 Por ley de la Natura te obliga a que tú engendres a los que han de vivir cuando tú ya no existas; y así, a pesar de todo, tú en ellos sobrevives, y lo que a ti parece eterno tendrá vida.» Ora la reina enferma de amor, está sudando, 175 pues de donde ella estaba, se ha marchado la sombra, y el Titán, fatigado de su alto mediodía, con su quemante ojo, ardiente los miraba, anhelando que Adonis fuera su conductor, y él al lado de Venus, reemplazar al amante. 180

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