miércoles, 10 de febrero de 2010

EL BESO

El beso




El beso, el supremo sello de la pasión, el que todo lo dice, la llave maestra que encierra dos almas por mucho tiempo, es la manifestación sublime del amor. ¿Qué corazón no palpita cuando recuerda el primer beso que dio al ser amado? ¡Oh! Cuando dos bocas unen sus alientos, las impresiones del mundo exterior desaparecen, los ojos se cierran, la respiración se oprime y un sentimiento de indescriptible felicidad envuelve a nuestras almas, que unidas nos elevan al cielo embriagados de amor.



La mujer núbil vacila mucho antes de dejarse besar, porque hay una leyenda entre las doncellas, según la cual, recibir el primer beso, es tal sensación que pierde el control para defenderse. Tal aseveración es exagerada. Es verdad que el beso produce una perturbación por el placer que causa que produzca “anestesia” en todo el organismo. Pero pasado ese estremecimiento, la mujer tiene tiempo para reaccionar y defenderse.



El verdadero beso de amor para divinizar el momento, no necesita tanta pose, sino ser dado y recibido con sinceridad amorosa. Y no sólo el beso en la boca. También hay una refinada sensación de amor en el beso que se da en el hombro, en el pecho, en la mano o en la nuca. Se besa con fruición el cuerpo amado, y todo se encuentra bello y digno al besarse, porque se ama a todo el ser.

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